2/4/07

LOS DUEÑOS DEL CIRCO


La semana pasada tuve que realizar un trámite en uno de esos edificios antiguos que pertenecen al Estado y cuyos empleados se creen algo así como sus dueños –ilegítimos, claro-. Pensé que las nueve horas que separaban mi descanso del ”tramiterío” podría llenarlas con 0,5 mg de una de esas aprobadas, recetadas y archivadas redonditas verdes para dormir, ó pasar la noche en vela y amanecer como trapo de piso retorcido. No me gustaban ninguna de las dos opciones. Entonces vi por milésima vez un capítulo de “Sex and the City” y dormí con la misma sonrisa que la primera vez. Ahora, escribo mi experiencia como pegándole a cada una de las teclas -que pobres víctimas cayeron en desgracia-. Entré por una puerta giratoria trabada por alguien que se le ocurrió pasar no solo su anatomía, sino también un carrito lleno de papeles, los cuales quedaron diseminados por el suelo, algunos, y en mis zapatos otros. Pasado ese percance y apretando contra mi pecho mi humilde carpeta de trabajo engrosé la fila de futuras víctimas. Yo era la 57 . Suspiré tan hondo que más que un suspiro fue un lamento, luego siguieron una serie de Ts...Ts...Ts...costumbre que no puedo sacarme desde que tengo uso de razón y no soportaría ni el mismísimo Ganhdi. Bueno, peor era ver como rebotaban uno tras otros –efecto dominó- a los que eran atendidos antes que yo. Recuerdo especialmente a una empleada alta, grandota, llevaba anteojos sostenidos por un espantoso colgante brilloso, empezó a levantar la voz cual directora de escuela primaria estatal de los años ‘70 con un alumno que hizo alguna travesura. Lástima que se olvidó que tenía enfrente a alguien como 50 años mayor. ¿Qué le estaba provocando ese pobre infeliz a esa Ballena seca? Simplemente que le faltaba documentación suficiente para iniciar el trámite. Y el hombre...nada...ni una palabra le salía, resignado dio la vuelta cabizbajo, adiviné que por lo menos sería la tercera vez que vendría. Miré de reojo mi número y alcé la vista , debía esperar 30 historias diferentes. Observé en medio de mis Tss....que no todos los empleados eran iguales, estaban las Monas, los Leones, las Palomas, los Magos y hasta el mismísimo “Tragasables”. Decidí acercarme al “Mago” con la excusa “de que ya había empezado el trámite el día anterior y que por favor me atendiera él” (Obvio que iba a dudar si me atendió o no) Conclusión el tipo solucionó todos los posibles errores que la Ballena me hubiera rechazado. En fin...Ojalá la próxima vez me cruce con el señor “rebotado” y pueda transmitirle mi experiencia. ¡Por favor Cierren el Circo, echen a los payasos y empleen a personas con idoneidad suficiente para atender a los contribuyentes como nos merecemos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solamente los que concurrimos a estas oficinas públicas,sabemos el precioso tiempo de nuestra vida que estamos ahi adentro,víctimas de un sistema que no funciona , que se esta "modernizando", donde la espera de horas es lo habitual, hasta para cobrar un miserable cheque en el banco ciudad (traiga la constancia de monotributista, traiga el último pago, y ahi vamos llevamos todo para poder cobrar, y hacemos la cola y resignados nos sentamos frente al tv que nos ponen para "entretenernos" y contentos por el aire que funciona) .Ni hablar de la justicia, edificios saturados,y por lo menos la buena voluntad de los que atienden la mesa.Es asi el dia nuestro, de los que nos caminamos esos edificios y sólo aspiramos llegar a nuestro lugar de trabajo y si por lo menos nos comprendieran un poquito y nos dejaran llegar y tomarnos un respiro....