6/5/07

YOGA, ME CANSASTE



La última vez que asistí a una clase de yoga fue hace dos años. Años - aunque con intervalos- sometiéndome a esas raras posiciones que nos imponen los profesores, y encima soportar a los que nunca hicieron yoga que me digan “Ah..por lo menos es algo tranquilo” ¿Tranquilo? Me gustaría preguntarles ¿Ustedes aguantarían diez minutos haciendo el “Cuatro” y con los brazos en Cruz, mirando a un punto fijo para que no se nos caiga el orgullo? ¿Cuánto aguantarían sentados sobre sus empeines sin terminar totalmente acalambrados cuando deshacen la posición aunque les pongan un almohadoncito en la parte trasera? “Respiren siempre por la nariz, nunca por la boca” nos advierten los maestros, claro que algunas veces se olvidan y están los “Resfriados eternos” que soplan tan fuerte por la boca que nos desconcentran tanto que se nos confunde nuestra respiración con la de la vieja secretaria que duerme plácidamente en la recepción. Ni hablar de los espantosos sahumerios con olor a todos los humos conocidos y desconocidos que puede haber. Por suerte en algunos lugares preguntan si a alguien le molestan antes de prenderlos, ¿A qué no saben cúal es la única mano levantada y el centro de todas las miradas? Luego de una serie de elongaciones, aleteo de piernas –que por razones obvias las únicas que podemos hacerlo bien somos las mujeres-viene el famoso relax. ¡Por favor en invierno lleven frazadas! No solo se van a congelar sino que corren el riesgo de quedarse dormidos y encima de roncar o en el peor de los casos tener a un compañero roncador. Luego vendrá –si no nos quedamos dormidos- el “Sermón de la Burbuja” Nos hacen creer que nada nos perturba, que nada molesta, todo repetido cien veces - a modo de lavado de cerebro- que todo lo malo está en nuestra mente y podemos cambiarlo con sólo respirar profundamente. Todo muy lindo pero alguna que otra vez al salir de allí me “sorprendió” un cambio de recorrido de colectivos debido alguna marcha que nunca supe “Por qué protestaban” Lo único concreto es que yo tenía dos posibilidades: Tomar un taxi y descargarme con el pobre tipo que conducía o adivinar el improvisado recorrido del colectivo que me dejaba a tres cuadras de casa siendo como las nueve y pico de la noche. Finalmente llegaba furiosa, muerta de hambre y haciendo desaparecer a la “Gran Burbuja” que nunca existió. ¡Viva la bicicleta fija que si bien no avanzo a ningún lugar por lo menos puedo ver televisión, oler los aromas que yo elijo, pensar en mi próximo artículo para este Blog y sentir los latidos de mi corazón!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡QUÉ KERNIVE!

Anónimo dijo...

!Pero no me vas a decir que no te reiste!

Anónimo dijo...

AHORA ME DOY CUENTA PORQUE DEJÈ DE HACER ESA DISCIPLINA ¨TAN TRANQUILA QUE ES EL YOGA¨. COMO ME APOLIYABA EN EL RELAX!!!! eRA LO MEJOR DE TODO.